
A pesar de todo no puedo seguir adelante. El peso del corazón aumenta y sus escalones se consuman infinitamente más a cada paso que doy. Ya se ha intentado tantas veces, demasiadas veces. Los lapsos consumidos reniegan mi existencia, esfuman mis ganas de vivir. Me niego. Me niego a vivir en una condición sumamente infeliz. Me niego a ver que no logro que me des lo que quiero. Son los pequeños detalles, son tonterías, manías mías que quiero, que necesito, que demando. Y tú te niegas. Soy yo. Soy yo que siento. Me haces infeliz.
Esta vez sí, esta vez es un adiós para siempre. No uno de esos adioses que se esfuman en el silencio y la pérdida. No. Es otro. Es el adiós que penetra en el fondo del alma dejándote sin ganas de intentarlo de nuevo. Es el adiós de la indiferencia.
Feliz Navidad.