lunes, 13 de octubre de 2008

Drogadicta

Ni me entiendo ni me entienden;
ni me sirve alma ni sangre;
lo que veo con mis ojos
no lo quiero para nadie.

Todo es extraño a mí misma,
hasta la luz, hasta el aire,
porque ni acierto a mirarla;
ni sé cómo respirarle.

Y si miro hacia la sombra
donde la luz se deshace,
temo también deshacerme
y entre la sombra quedarme
confundida para siempre
en ese misterio grande.

Ni me entiendo ni me entienden, Concha Méndez

* * *

Tengo que huir de todos los pensamientos irracionales e insensatos que rodean mi cabeza. Me veo atrapada, paralizada ante mi mismo juego subjetivo de axiomas. Mis venas saborean la llegada de una nueva inyección de jodetelavidahastaquepuedas , el nuevo medicamento que cuida la depresión y maltrata el espíritu. Efectos colaterales: distorsión de la realidad, exagerada reprobación, creencias paranoicas y eventual pérdida de control. Lo malo es que la sobredosis suele ser lo más corriente.

Indefensa me veo reflejada en el suelo, subyugada de ideas profanas, ataques disparatados, realidades ilusorias. El fármaco me transforma en un ser que yo misma no reconozco. La necesito. No puedo vivir sin ella. La droga se me hace indispensable. Mi cuerpo arde por ella, aunque la razón – en estado puro de conocimiento racional– rechaza cualquier forma de suministración subcutánea. Es algo que no puedo controlar. Una atracción inverosímil y completamente absurda.

Se supone que soy la dueña de mi cuerpo, de mi alma, de mi mente, de mi corazón. ¿Por qué me quedo así? ¡Haz algo, coño! ¿Por qué cada vez me entra ese hormigueo insaciable en el estomago? ¿Por qué cada vez vuelve a penetrarme la aguja de la irracionalidad? ¿Acaso no sé cómo actuar? ¿Acaso no sé cómo son las cosas realmente? ¿Por qué se me ciegan los ojos y me niego a ver las cosas como son? ¿Por qué no puedo ver la realidad? ¿Por qué me dejo llevar por instintos indefinidos? ¿Por qué no soy racional? ¿Por qué necesito algo que no quiero?

Me veo atrapada, atrapada en un pozo sin fondo. Sigo cayendo. Abajo, más abajo. No puedo detenerme. Infinito lastro de inestabilidades. Perenne desfile de propuestas en vano. Soy incapaz de mantener mi palabra. Ella misma…la droga es más fuerte que yo. Pensaba poder vencerla pero ya me he dado cuenta que es una autoinyección automatizada. Ya no tengo control sobre mí misma.

Siguen ganando. Una y otra vez. Y lo peor es que no puedo prescindir de ellos. Mis axiomas irracionales son como la droga: enganchan. Es más fácil seguir jodiendoselavida que dejarlo. Con la diferencia de que los drogadictos lo hacen por placer…yo por masoquismo.

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