domingo, 12 de octubre de 2008

Contigo

Y sin lóbrega luz me voy ahora
hasta tus pasos.
Sosténme, te sostengo.
Apóyate, me apoyas.
Caminemos ya juntos,
pueblo, mujer míos.

Como dura puerta, Jaime Labastida

* * *

Estoy contigo, siempre, hasta el final del mundo. Estaré a tu lado hasta llegar a esa inmensa puerta, esa puerta que hasta hoy ha permanecido cerrada. Juntas. Te acompañaré hacia la puerta de la felicidad. El cielo nos contemplará. Percibirá nuestras manos se unidas en un abrazo, fundiéndose con la cerradura. Palpitará nuestro incesante ímpetu al reventar aquella puerta, que demasiado tiempo ya se ha quedado cerrada. Advertirá que la silueta de las dos, ligadas como las alas de las mariposas, atraviesa esa puerta, con sumo cuidado, asegurándose que la ha sobrepasado. Estamos allí. Juntas. Unidas.

No te voy a dejar ir. Estoy allí, contigo. Apóyate amor, apóyate en mi pecho. Escucha: ¿lo oyes? Es mi corazón, que sigue latiendo, porque tú le das la vida. Siénteme, siénteme contigo, siente el motor de la vida que me lleva hacia ti. Ese motor que me da la fuerza para seguir adelante. Tu desesperación será mi fuerza. Tu desilusión será mi ánimo. Porque tú, amor, tú me haces vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Só Deus sabe con certeza todo canto te amo, amor meu.
Sintote preto, moi preto sempre.
Porque grazas a ti sorrío,
teño Vida,
desde que te coñecín,
desde que chegaches á miña Vida.

Nas miñas mans,
nas pulseiras,
que me lembran a ti cada segundo.
Lévote na miña ialma e no me corazón en cada momento.

Ámote pequeniña!