miércoles, 15 de octubre de 2008

Reflexión para sordos

‘Deja de darle tantas vueltas a las cosas; Dios Ro, deja de darle tantas vueltas a las cosas, ¿por qué le das tantas vueltas, dime, por qué?’. Porque pienso. Soy un ser racional y por muchas irracionalidades que diga, las cosas me afectan de una forma extremadamente impactante. Soy una de esas personas que siente mucho, demasiado y aun peor: reflexiona aun más sobre ello. Como todos tengo cosas que no me agradan, y las cosas que no agradan muchas veces se perciben como problemas. Y esos acontecimientos desagradables necesito compartirlos, hablarlos, solucionarlos.

Necesito dialogar. La comunicación es una de las herramientas más importantes en la sociedad actual, no solo en el entorno profesional sino también y sobre todo en el ámbito personal; sin comunicación es imposible tener trato con las personas. Necesito dialogar. Lo más valioso que tienen los problemas es que a través del dialogo se pueden escuchar los puntos de vista de la otra persona y sobre todo comprender la situación en la que nos encontramos para poder llegar a realidades cada vez más favorables. Necesito dialogar. El hecho de llegar a entenderse mutuamente y establecer acordes comunes. Necesito dialogar. No me gusta encontrarme delante de una puerta de madera completamente cerrada, bloqueada y que encima no muestra ninguna señal de abertura porque parece que simplemente no tiene el mínimo interés para mejorar la situación.

El patrono es siempre el mismo: las cosas que nos agradan las gestionamos bien, mientras las cosas que no nos agradan no las aceptamos y huimos de ellas. Intento ganar confianza y lo único que recibo a cambio es la negación completa de cualquier forma de dialogo. Cada vez tengo que enfrentarme al mismo ciclo negativo de no saber resolver los problemas. Ya no vale la pena contar lo que me pasa, porque de todas formas no se me hace caso. Dejo de quejarme. No hablo, y por lo tanto se pierde la oportunidad de mejorar la relación que en este momento no funciona y que cada vez sigue empeorando, causando aun más insatisfacción.

Estoy cansada, sinceramente cansada de tener la sensación de que mis pensamientos simplemente resulten en palabras sueltas sin aparente significado; palabras sueltas que al final se acaban chocando contra esa puerta gruesa e inerte de madera que es tu corazón. Cansada de no ser escuchada. Estoy harta de que no se me preste la atención necesaria, sobre todo si se trata de asuntos comunes. Harta de desnudarme ante un problema y ver completa indiferencia.

Por lo visto parece que le doy demasiadas vueltas a las cosas, que me hago líos mentales, que siempre repito lo mismo; pero, ¿qué hacer si no se me escucha?, ¿qué hacer si no noto la mínima forma de colaboración por la otra parte? Me siento impotente de no poder llegar a expresarme lo suficiente o no ser lo suficientemente escuchada. Me afectan los problemas y me importan los demás puntos de vista. Me interesa fomentar una relación y sin comunicación esto resulta prácticamente imposible. Y estoy harta de que nadie me entienda, que nadie me escuche, que nadie se sepa meter en mi situación. ¿Es tan raro hablar de las cosas en vez de simplemente echar en cara? ¿Es tan absurdo dialogar sobre lo que necesita la otra persona? ¿Es tan sorprendente intentar solucionar los problemas? ¿Es tan extraño escuchar y prestar atención? Si solo supiera…si solo entendiera la razón por la que siempre rechazas el dialogo…si solo supiera…pero no lo sé. Estoy cansada de internarlo. Basta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz trimesiversario :)

Las demás palabras sobran hoy...

Ti amo molto di piu piccola!

^^

P.D.: Ah, y olvida el regalo de hoy, no vale!! joooo!!! :( Te recompensaré mañana, lo prometo ;)

Anónimo dijo...

Hola!

Muy buena reflexión yomisma.

Continuá escribiendo y desahogando todo lo que sentís.

saludos cordiales

CR

asturianina dijo...

Otra vez, bien chulo lo que escribes. es un punto, como leo,...y parece que estoy pasando lista a mi propia yo