miércoles, 14 de mayo de 2008

Las pequeñas cosas son las que dan sentido a nuestra vida

Esta mañana he tenido una agradable conversación con una buena amiga y consejera. Después de haberme desahogado surgió el tema del amor. La cosa no extraña sabiendo que mi vida cotidiana está basada en este profundo sentimiento. Todos sabemos lo que es el amor. Un sentimiento precioso y a la vez doloroso: los cosquilleos en el estomago, la sonrisa tonta en la cara, la felicidad que emana de cada poro de la piel, las numerosas fantasías, el continuo deseo de estar cerca de la persona amada…la amargura de la espera, el no sentirse correspondido y los pequeños caprichos que de vez en cuando nos concedemos.

Pero volvamos un paso atrás y preguntémonos otra vez: ¿qué es el Amor? ¿Cómo puedo saber que estoy verdaderamente enamorado de alguien? ¿Me he enamorado del Amor –es decir del acto de amar- o de la persona que aparentemente deseo? Muchas veces me lo he preguntado y nunca he llegado a tener una respuesta satisfactoria. Todo el mundo ama al Amor. ¿A quién no le gustan los mimos, las caricias, los besos, los pequeños detalles que llenan nuestra vida de alegría? ¿Porque entonces también nos hace sufrir? ¿No podría ser que este sufrimiento derive de las personas que no nos dan lo que queremos, que no llenan este ideal que tenemos del Amor? Y si es cierto, ¿no es muy estúpido basar una relación en algún ideal, en un sueño, en algo que queremos sin poderlo obtener? Cada persona es diferente, cada persona da lo que puede dar y lo que sabe dar. ¿Porque pretender más? Ahora que lo pienso me parece algo bastante egoísta: pretender que alguien se porte como nosotros queremos para satisfacer este ideal tan bonito que llamamos Amor. Y sin embargo soy la primera a caer en la trampa; soy la primera que sufre si no me dan lo que quiero, lo que yo pienso que se deba dar. Amo al Amor y no a la persona. ¿Cómo puede ser? ¡Si yo siempre he estado proclamando mi más sentido cariño, he metido mi mano en el fuego, he estado haciendo sacrificios, mortificándome, sufriendo por ella! ¿Cómo puedo decir que quiero al Amor y no a la persona? Y Si me he enamorado del Amor significa que en el fondo no conozco la persona, que siempre me he imaginado que fuera alguien que no es. Siempre he esperado que fuera alguien que no es. ¿Acaso no es esta la cosa más estúpida que una persona pueda hacer? Es este el fallo: no querer a la persona sino al Amor, a este desmedido, excesivo ideal que nos hemos creado. Quizás deberíamos valorar más cada persona en vez de pretender y pensar en nosotros mismos. Quizás deberíamos ser más prudentes antes de pronunciar palabra y opinar.

Han sido muy pocas las veces en las que me he sentido correspondida, muy pocas las veces en las que me han sorprendido con detalles. Pretendo mucho, soy exigente. Creo que la razón es fundamentalmente porque yo misma lo doy todo. Me entrego al cien por cien. Entrego mis ilusiones, mis sueños, mi corazón, mi vida, mi ser. Mucha gente suele decir que es algo muy bonito; sin embargo yo opino que además de ser bonito es sobretodo peligroso. Hay que tener mucho cuidado, porque puede llegar a destrozarte. Puede llegar a destrozarte justo porque amas al Amor, amas a un ideal, algo que tú mismo has creado y quieres que se lleve a cabo como tú quieres. Pero hay que darse cuenta de que muchas veces esto no depende de ti, sino del conjunto, de la pareja, de lo que me he dado cuenta es Amor. La unión entre dos personas, el cariño que cada uno da es la medida del Amor. Y es importante tener en cuenta que cada uno es diferente. Es difícil pero cierto. No estoy insinuando que no dar cariño es algo bueno, ni que debemos aceptar que alguien no nos de lo que merecemos. Simplemente creo que deberíamos ser más comprensivos y pensar bien las cosas antes de pasar a conclusiones apresuradas.

He encontrado una frase preciosa dicha por el Dalái Lama. Esta frase para mi representa la verdadera esencia del Amor.

Recuerda que la mejor relación es aquella en la que el amor por cada uno excede la necesidad por el otro.

Cada persona es consciente de lo que da. Si amas das sin medida, das queriendo y das lo necesario, y tu pareja se siente llena gracias a ti. Si tú notas que tu pareja no lo nota suficientemente hay algo que no va y es mejor reflexionar sobre ello o hablarlo. Con la entrada de hoy quiero hacer ver que no depende solo de una persona sino de dos. No hay que ser egoísta pretendiendo que tu pareja te de demasiado pero por otro lado hay que dar a desmedida haciendo que tu pareja se sienta plena. Si cada uno lo vive, lo primero ya no existiría y lo segundo saldría natural.

Una reflexión bonita que encontré y que comparto plenamente:

Lo que normalmente surge primero es una atracción, que se da por una interacción entre las características de la otra persona y nuestra apreciación de esos rasgos. Lógicamente nunca nos podremos sentir atraídos por una persona que nos resulte desagradable. Nos enamoramos a través de los sentidos. Codificamos determinados elementos que hay en la otra persona como elementos que nos enamoran. En realidad, nos enamoramos de aspectos de nosotros mismos que vemos reflejados en la otra persona (miradas, gestos, formas de decir las cosas, maneras de tocar).


¡Espero no haberos liado demasiado y comido el coco!


P.D. Quizás después de haber leído la entrada os preguntareis que tenía a que ver el titulo con el texto. El titulo lo he elegido expresamente así que espero que alguien lo entienda!

* * *

Ovidio, Metamorfosis

Píramo y Tisbe

“Píramo y Tisbe, de los jóvenes el más bello el uno,
la otra, de las que el Oriente tuvo, preferida entre las muchachas,
contiguas tuvieron sus casas, donde se dice que
con cerámicos muros ciñó Semíramis su alta ciudad.
El conocimiento y los primeros pasos la vecindad los hizo,
con el tiempo creció el amor; y sus teas también, según derecho, se hubieran unido
pero lo vetaron sus padres; lo que no pudieron vetar:
por igual ardían, cautivas sus mentes, ambos.
Cómplice alguno no hay; por gesto y señales hablan,
y mientras más se tapa, tapado más bulle el fuego.
Hendida estaba por una tenue rendija, que ella había producido en otro tiempo,
cuando se hacía, la pared común de una y otra casa.
Tal defecto, por nadie a través de siglos largos notado
–¿qué no siente el amor?–, los primeros lo visteis los amantes
y de la voz lo hicisteis camino, y seguras por él
en murmullo mínimo vuestras ternuras atravesar solían.
Muchas veces, cuando estaban apostados de aquí Tisbe, Píramo de allí,
y por turnos fuera buscado el anhélito de la boca:
“Envidiosa”, decían, “pared, ¿por qué a los amantes te opones?
¿Cuánto era que permitieses que con todo el cuerpo nos uniéramos,
o esto si demasiado es, siquier que, para que besos nos diéramos, te abrieras?
Y no somos ingratos: que a ti nosotros debemos confesamos,
el que dado fue el tránsito a nuestras palabras hasta los oídos amigos.
Tales cosas desde su opuesta sede en vano diciendo,
al anochecer dijeron “adiós” y a la parte suya dieron
unos besos cada uno que no arribarían en contra.
La siguiente Aurora había retirado los nocturnos fuegos,
y el sol las pruinosas hierbas con sus rayos había secado.
Junto al acostumbrado lugar se unieron. Entonces con un murmullo pequeño,
de muchas cosas antes quejándose, establecen que en la noche silente
burlar a los guardas y de sus puertas fuera salir intenten,
y que cuando de la casa hayan salido, de la ciudad también los techos abandonen,
y para que no hayan de vagar recorriendo un ancho campo,
que se reúnan junto al crematorio de Nino y se escondan bajo la sombra
del árbol: un árbol allí, fecundísimo de níveas frutas,
un arduo moral, había, colindante a una helada fontana.
Los acuerdos aprueban; y la luz, que tarde les pareció marcharse,
se precipita a las aguas, y de las aguas mismas sale la noche.
Astuta, por las tinieblas, girando el gozne, Tisbe
sale y burla a los suyos y, cubierto su rostro,
llega al túmulo, y bajo el árbol dicho se sienta.
Audaz la hacía el amor. He aquí que llega una leona,
de la reciente matanza de unas reses manchadas sus espumantes comisuras,
que iba a deshacerse de su sed en la onda del vecino hontanar;
a ella, de lejos, a los rayos de la luna, la babilonia Tisbe
la ve, y con tímido pie huye a una oscura caverna
y mientras huye, de su espalda resbalados, sus velos abandona.
Cuando la leona salvaje su sed con mucha onda contuvo,
mientras vuelve a las espesuras, encontrados por azar sin ella misma,
con su boca cruenta desgarró los tenues atuendos.
Él, que más tarde había salido, huellas vio en el alto
polvo ciertas de fiera y en todo su rostro palideció
Príamo; pero cuando la prenda también, de sangre teñida,
encontró: “Una misma noche a los dos”, dice, “amantes perderá,
de quienes ella fue la más digna de una larga vida;
mi vida dañina es. Yo, triste de ti, te he perdido,
que a lugares llenos de miedo hice que de noche vinieras
y no el primero aquí llegué. ¡Destrozad mi cuerpo
y mis malditas entrañas devorad con fiero mordisco,
oh, cuantos leones habitáis bajo esta peña!
Pero de un cobarde es pedir la muerte.” Los velos de Tisbe
recoge, y del pactado árbol a la sombra consigo los lleva,
y cuando dio lágrimas, dio besos a la conocida prenda:
“Recibe ahora” dice “ también de nuestra sangre el sorbo”,
y, del que estaba ceñido, se hundió en los costados su hierro,
y sin demora, muriendo, de su hirviente herida lo sacó,
y quedó tendido de espalda al suelo: su crúor fulgura alto,
no de otro modo que cuando un caño de plomo defectuoso
se hiende, y por el tenue, estridente taladro, largas
aguas lanza y con sus golpes los aires rompe.
Las crías del árbol, por la aspersión de la sangría, en negra
faz se tornan, y humedecida de sangre su raíz,
de un purpúreo color tiñe las colgantes moras.
He aquí que, su miedo aún no dejado, por no burlar a su amante,
ella vuelve, y al joven con sus ojos y ánimo busca,
y por narrarle qué grandes peligros ha evitado está ansiosa;
y aunque el lugar reconoce, y en el visto árbol su forma,
igualmente la hace dudar del fruto el color: fija se queda en si él es.
Mientras duda, unos trémulos miembros ve palpitar
en el cruento suelo y atrás su pie lleva, y una cara que el boj
más pálida portando se estremece, de la superficie en el modo,
que tiembla cuando lo más alto de ella una exigua aura toca.
Pero después de que, demorada, los amores reconoció suyos,
sacude con sonoro golpe, indignos, sus brazos
y desgarrándose el cabello y abrazando el cuerpo amado
sus heridas colmó de lágrimas, y con su llanto el crúor
mezcló, y en su helado rostro besos prendiendo:
“Píramo”, clamó, “¿qué azar a ti de mí te ha arrancado?
Píramo, responde. La Tisbe tuya a ti, queridísimo,
te nombra; escucha, y tu rostro yacente levanta.”
Al nombre de Tisbe sus ojos, ya por la muerte pesados,
Píramo irguió, y vista ella los volvió a velar.
La cual, después de que la prenda suya reconoció y vacío
de su espada vio el marfil: “Tu propia a ti mano”, dice, “y el amor,
te ha perdido, desdichado. Hay también en mí, fuerte para solo
esto, una mano, hay también amor: dará él para las heridas fuerzas.
Seguiré al extinguido, y de la muerte tuya tristísima se me dirá
causa y compañera, y quien de mí con la muerte sola
serme arrancado, ay, podías, habrás podido ni con la muerte serme arrancado.
Esto, aun así, con las palabras de ambos sed rogados,
oh, muy tristes padres mío y de él,
que a los que un seguro amor, a los que la hora postrera unió,
de depositarles en un túmulo mismo no os enojéis;
mas tú, árbol que con tus ramas el lamentable cuerpo
ahora cubres de uno solo –pronto has de cubrir de dos–,
las señales mantén de la sangría, y endrinas, y para los lutos aptas,
siempre ten tus crías, testimonios del gemelo crúor”,
dijo, y ajustada la punta bajo lo hondo de su pecho
se postró sobre el hierro que todavía de la sangría estaba tibio.
Sus votos, aun así, conmovieron a los dioses, conmovieron a los padres,
pues el color en el fruto es, cuando ya ha madurado, negro,
y lo que a sus piras resta descansa en una sola urna.”

1 comentario:

blumun dijo...

Los ideales son el motor de la vida y sin duda entre ellos destaca especialmente el AMOR.
Personificamos al AMOR en la persona amada pero no deja de ser un ente con vida propia, egoista,avaricioso de atenciones y gustos caprichosos, que como llega, un día desaparece.
por ello hay que satisfacer todos sus caprichos con "esas pequeñas cosas" que dan a la vida sentido y al AMOR tambien.......