miércoles, 7 de enero de 2009

Desesperémonos

A partir de vivir mis deseos como necesidades, la consecuencia de que "no suceda" parece mi aniquilación.

De paso, éste es un buen ejemplo de cómo me invento un miedo.

El miedo es siempre un invento del pensamiento, "una frustración del pasado, fantaseada en el futuro".

Si, tal como te decía, lo único real es el presente, todo lo depositado allá, en el pasado o en el futuro, es producto de mi pensamiento y, como tal, no existe.

Estamos entrenados para fortalecer la esperanza, una trampa social en la cual solemos caer con mucha facilidad.

Si nos rebelamos, la consecuencia fatídica que nos Prometen es la "desesperanza", que no consiste en la falta de esperanza sino mas bien en un interminable péndulo entre la esperanza y la certeza de su no realización.

Realmente, este castigo es una tortura sin fin.

Sin embargo, existe una tercera posibilidad: la auténtica desesperanza. Es decir, la falta total de expectativas; no esperar nada de mi futuro.

Permitir que cada cosa que suceda me sorprenda; vivir cada instante de mi existencia, sin anticipación; sentir el presente (aquí y ahora).

Claro, si nos detenemos en esta idea, diremos: "¡Es muy difícil!". Sí, es muy difícil. ¿Y?

Seguro que es más fácil no comprometerme con la realidad. Es más fácil huir hacia el pasado o hacia el futuro. Es más fácil enfrentarme con cada situación habiéndola fantaseado cien veces antes, habiendo chequeado previamente todas sus alternativas... y mejor si fueron mil veces... ¿y qué tal un millón?

Por qué no dedicarse sólo a planificar... fantasear ... ¡Pensar!... y sus derivados como: pedirle al buen Dios o al destino que no nos olviden; anticipamos mediante profecías, astrología o divinación y así estar siempre bien preparados (pre-parados) para lo que nos sucederá.

Jorge Bucay, Cartas Para Claudia, Carta 10

1 comentario:

Blumun dijo...

La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo.

Maurice Maeterlinck


Y si la desesperanza no fuera mala?, y si fuera una actitud más ante la vida?, sin esperar nada, sin necesitar nada, sin aspirar a nada, sin pensar en nada, con pasado pero sin futuro, sin expectativas, sin nada.
Nos va vaciando por dentro, nos destruye el alma y nuestra vocación humana.
¡Que doloroso proceso! Pero cuando culmina somos el súmmum de la nada, la perfección del mayor despropósito nunca imaginado. Triste meta pero desgraciadamente alcanzada por muchos entes, antiguamente conocidos como humanos.




Nota: La foto es realmente apropiada.