martes, 6 de enero de 2009

Emotivo

Y al final como bien sabían ellos, la vida era eso. Y la muerte ponía todo en su sitio, limpiaba la casa y cerraba la puerta para decir: “Esto ha sido”. Y ante el miedo representamos un papel, a veces a disgusto, otras con la esperanza de recuperar algo que no sabíamos ni a qué huele.

Como era cuando empezamos, ni qué nos impulsaba a seguir adelante ni por qué. ¿Dónde está lo que nos sujeta a ser felices? ¿Qué alegría pequeña viene a llenar los minutos de hoy? Y nos quedamos esperando a la Vida, como si la Vida fuera otra cosa. Sin saber que ese tiempo del futuro, no es más que este. Que este tiempo es lo único que tenemos. Rebelde a los límites y a las barreras.

Que somos nuestra piel y nuestro rostro. Con las huellas de los años repetidos. Sin miedo a estrellarse al error. Siempre con subidas y bajadas, con buenos y dulces momentos. Inundados de oportunidades, de esperanzas, descubriendo quien es cada uno en cada paso. Dejándose sorprender por lo inesperado. Sin dejarse asustar por el cambio. Por la imprevisible Vida que abre las ventanas como el viento y lo cambia todo.

Amarrados a lo único que tenemos: unos minutos, las horas, los días, el proyecto de vivir, la posibilidad de cambiar y seguir caminando. Agarrados a la Vida con hambre de más.

¿Y la muerte? La muerte, ese accidente, es lo de menos.

Lost

1 comentario:

Blumun dijo...

…”no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo”…
Rubén Darío




Si somos conscientes de nuestro fin último, de nuestro accidente final, de que estamos avocados al infinito de la nada interminable, entonces porque no disfrutamos del presente, del ahora, de la realidad ingrata, de una llamada, de una sonrisa, de una caricia por sorpresa, de un abrazo sincero, de unas palabras cariñosas, de un guiño del destino, de la verdad tangible y no de la ilusión engañosa del mañana, de los sentimientos más sinceros y no de los ficticios creados porque sí.

Pensemos en nuestra fragilidad y en nuestra fuerza a la vez, desterremos todo lo superfluo, igual no nos queda nada, no es malo, sólo significa que podemos llenar nuestra vida de nuevo contenido, esta vez se van a quedar muchas cosas fuera pero no importa.

Debemos perder el miedo a vivir, no hay mayor utopía, porque nos asusta el dolor y la vida nos duele más de lo que podemos soportar, nos duele hasta el infinito.