domingo, 29 de junio de 2008

Mátame


En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, no sirven para cancelar una época e inaugurar otra.


Eugenio Trias


* * *

El arma que te di pronto la usaste
para herirme a traición y sangre fría.
Hoy te reclamo el arma, otra vez mía,
y el corazón en el que la clavaste.

Si en tu poder y fuerza confiaste,
de ahora en adelante desconfía:
era mi amor el que te permitía
triunfar en la batalla en que triunfaste.

Aunque aún mane la sangre del costado
donde melló su filo tu imprudencia,
ya el tiempo terminó de tu reinado.

Hecho a los gestos de la violencia,
con tu mala costumbre ten cuidado;
tú sólo no te hieras en mi ausencia.

Antonio Gala

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre desprevenido y siempre alerta,
con luz apenas para mostrarte las tinieblas,
pendiente y distraído, esperas los instantes que te devuelva el tiempo:
estás con una mujer, en un lugar que divisas claramente, dentro de un año, dentro de dos, dentro de cinco,
y algo te sabe a un vino seco de jerez;
vas por la calle de una ciudad lejana
y un paisaje preciso te devuelve quince años
al descubrir de la nieve del invierno del 61;
pasas por otro instante transparente, todo es allí de pétalos y cristal, de mineral y teca.
Sucesión de fulgores, ¿qué orden tiene el tiempo en este vericueto que te dictas para negarte ahora?
Para decir que es nada lo que vas recordando, con las palabras matqas la parte de tu vida que tú no quieres que contigo muera.

Blumun dijo...

Creo que te he visto atravesar todas las etapas del amor y desgraciadamente también del desamor.
Te conocí casi al mismo tiempo que tu a ella, cuando retomamos nuestras conversaciones ya estabas enamorada hasta los huesos, tuvisteis altibajos pero el amor podía con todo. Te he visto luchar hasta quedar exhausta, dar gritos en el desierto, llorar hasta quedarte sin lágrimas y rogar mirando al infinito para que te devolviera una parte del amor que tú le prodigabas. Volverte loca esperando una llamada, volverte loca cuando la recibías, olvidando todo el padecimiento de la demora.Te he visto superar la primera crisis, la segunda… todas ellas, con tesón y constancia, dejándote la vida en ello, sin importarte a veces perder un poco de tu amor propio. Todo ha sido en vano pero había que intentarlo. También, hay que reconocer, te he visto feliz, muy feliz, exultante de felicidad, pero no fue eterno como tú querías. Lo siento.
Ahora te toca superar el desamor, creo que lo estas haciendo muy bien. Has pasado por la etapa de la desesperación más absoluta, por la de la rabia incontenible y por la de la resignación con entereza y aprendiendo una lección más de la vida. Te habrás dado cuenta que la clave esta en dejar de ser idealista, en aumentar la autoestima y aceptar la realidad, en vivir la pena de forma sosegada, llorar si te hace falta, tocar fondo y decidir salir de forma enérgica. Después llega una fase de descanso, la lucha ha terminado, ya no te resistes a la evidencia, es un momento doloroso pero inevitable. Lo peor es la sensación de soledad, inmenso vacío, es la última etapa, acabará desapareciendo junto con la tristeza que le acompaña. Si en algún momento nos sentimos desfallecer, hay una terapia adecuada y no es otra que una inyección de amor propio en vena.
A pesar del desgaste emocional, las crisis nos permiten evolucionar, cuando se nos parte el corazón nos volvemos más humanos, más sensibles.Terminaremos agradeciendo que aquel que no nos amó ni nos valoró se haya ido de nuestras vidas permitiéndonos construir algo mejor.
Y, por favor, nunca pienses que AMAR es el principio de AMARgura, es solo una fatal coincidencia.