domingo, 13 de julio de 2008

Calma

Mis paredes, mi calma y mi vigilia:
el recinto y el tiempo de estar en mí, conmigo.
A salvo, finalmente.
Completamente a salvo
del dolor, la razón y el consuelo.
Sin temblor. Sin temor.
Sin atender a nada. Sin aguardar siquiera
a que suceda algo.
Obediente cautivo que enhebra sus jazmines
e insistentes cifras cada noche
que en su ábaco ordena las estrellas,
así yo voy limando bayonetas y heridas
de rencores y lágrimas.
Porque ya nada importa.
Mientras tanto, las sirenas, gimiendo,
cruzan las avenidas,
el ámbar parpadea en las encrucijadas,
y, en húmedas alcobas, la soledad tantea,
se desliza por el empapelado
y abarquilla sus bordes.
Sacudo la tristeza que espolvorea mis sábanas
de rabia y alfileres.
Precinto con silencio la derrota.
No me rindo No entrego:
simplemente, abandono.
Me oculto en el olvido como en un hondo aljibe
al margen de la estrella, del jardín y la lágrima

Mis paredes, mi calma y mi vigilia, Ana Rossetti

* * *

Calma. Necesito que las cosas vayan con más calma. Quiero frenar mis pasos, detener mis emociones, calmar esa euforia que siempre inunda mi ser. Quiero que mis impulsos se detengan, como las olas al llegar a la orilla. Quiero que la arena absorba el agua salada de mis frenéticas emociones. Quiero que mi corazón reflexione con juicio, que la razón aprenda de la experiencia, quiero que mis sentimientos no vuelvan a caer en el abismo del desanimo. Quiero ser libre, que mi felicidad no dependa de otras personas, que no necesite el cariño de los demás. Quiero tener la fuerza para sentirme bien aun sin tener alguien a mi lado. Quiero que nadie influencie las frágiles cuerdas de mi corazón. Con calma.

Quiero ir a con paso constante pero tranquilo, decidido pero sosegado, enérgico pero impasible. Con calma, mucha calma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que arrepentirse de lo que no se hace no de lo que se hace.
Las emociones desbordadas y los impulsos irrefrenables son parte de tu magnetismo, eliminarlos sería acabar con parte de tu esencia misma. La vida va atenuando su intensidad, no te adelantes. Llegar a tener un equilibrio entre pensar antes de actuar y seguir dejandose llevar, es parte del proceso vital. Mientras sujeta con fuerza las riendas de tu vida, es la solución.

Anónimo dijo...

Lamentablemente nuestra felicidad y equilibrio dependen de nuestro entorno, en el momento que dejamos de necesitar el afecto, el cariño y el amor, nos volvemos unos autistas emocionales. Y se de lo que hablo.