sábado, 19 de julio de 2008

El miedo de sentir miedo

El miedo es el mayor de los tormentos en los momentos felices. Si fuera por el miedo no disfrutaríamos de nada, pero a la vez es un sentimiento inherente a la vida, y si estamos vivos podemos aspirar a la felicidad. Hay que aprovechar las oportunidades que da la vida, si nos equivocamos cogeremos impulso y seguiremos adelante. El miedo viene pero también se va.

¿A que tenemos miedo?, ¿a quién tememos?, ¿Por qué?:
A la soledad que nos acecha en cada esquina.
Al olvido y a no poder olvidarte.
A la distancia y a tenerte cerca.
A necesitarte y a que no me necesites.
A no poder dormir y si duermo no soñar contigo.
A mirar el móvil cada dos minutos y no ver tu mensaje.
A herirte y a que tú me hieras.
Temo a temer y a que tú temas mis temores.

En definitiva miedo a quererte, pero es tarde, ya te quiero…

* * *

Felicidades pequeña, espero que tengas un día maravilloso, aun no estando allí físicamente, estoy con todo mi corazón, alma y mente. Te quiero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EL VIRUS DEL MIEDO



Lo amaban, ni más ni menos,
y se sacaba cada mañana
las espinas del sueño.
Juraba y maldecía
y se enredaba en la alambrada
de la mansa rutina.

Vivía como tú o como yo.
El viernes por la noche
iba a buscar a su amor.
Fumaba tranquilo,
planeaba la semana
y ella le arrancaba el cigarro
y lo besaba.

Y un día lo mordió el virus el miedo.
Entendió que las mujeres
nunca tienen dueño.
Y temió que ella marchase,
que se agotase el manantial
sin un por qué.

Venció el miedo y faltó a la última cita,
no descolgó el teléfono
que aullaba en la mesilla.
Y el temor a la derrota
lo agarrotó como un calambre,
sin un por qué.

Duro, intenso y precario...
Se enfrentaba cada día
al oleaje en el trabajo.
Y una mañana la cobardía
lo paralizó en la puerta
y no entró a la oficina.

Volvía a despertar
y empezaba el periódico
como tantos, por detrás.
Vio y sintió la noche
del planeta y su desastre,
tuvo miedo y decidió
no salir a la calle.

Y ahí lo tienes encerrado en casa,
temblando como un niño,
sellando las ventanas,
para no ver, ni escuchar,
sentir, notar la vida estallando fuera.
Por miedo a sentir miedo
fue a la cama,
como una oruga se escondió
y envuelto entre las mantas
se durmió,
hizo humo el sueño
y se olvidó del mundo
por miedo a despertar.

Aún sigue dormido.
Pasaron los inviernos
y aún sigue escondido,
esperando que tu abrazo
le inocule la vacuna
y elimine el virus del miedo
y su locura.


Ismael Serrano

Anónimo dijo...

Y tú has sido el mejor regalo de cumpleaños.
Mi mejor apoyo.
Mi sustento.
Mi razón de existir y sobrevivir.
Nunca olvidaré esa llamada de esa noche, nunca, nunca nadie me había tratado como las hecho tú.

Te adoro cieliño. :)